Algunos niños pueden llegar a sentir rechazo social ante la pérdida de piezas dentales. En estos casos, los padres deben plantearse el uso de implantes como una de las opciones terapéuticas.
Cualquier persona puede ser candidato a un implante dental. Sin embargo, cuando se trata de niños, la situación se complica más. Ante la pérdida de una pieza dental en un niño, hay que pensar las alternativas terapéuticas con más detenimiento. ¿Por qué?: “Aunque no existen demasiadas evidencias en este sentido, se estima que el crecimiento facial del niño continúa hasta, aproximadamente, entre los 16 y los 21 años de edad”, aclara la doctora Carolina Benalal. Esta circunstancia determina enormemente la decisión de elegir un tratamiento u otro ante la pérdida de un diente, debido a las posibles complicaciones que pueden derivarse de los implantes en los pacientes más jóvenes.
Lo ideal es esperar a que el niño alcance su máximo de crecimiento para evitar atrofias en la zona del implante. Por tanto, sólo cuando el niño complete el período de crecimiento óseo facial será posible que reciba un implante de manera exitosa.
En caso de que el niño no haya llegado a esa etapa de madurez ósea requerida, el implante colocado podría sufrir modificaciones.
Fuente: www.consejos-e.com